01/01/2023
Este 2023 no será un año fácil para el nuevo mandatario del país sudamericano. Dado que, el gobierno saliente de Jair Bolsonaro, ha dejado afectado el presupuesto de la región y una creciente ola de inseguridad. Entre tanto, el Presidente Lula Da Silva ha asumido este domingo 1° de enero, su cargo como mandatario de Brasil, por lo que deberá tomar las riendas de un país polarizado.
Entre tanto, deberá poner principal atención a la polarización y violencia interna que rige en el país, principalmente generada por la población opositora. Para ello, deberá volcarse aun más a la población, siendo más visible para esta, implementando así las redes sociales y así generar confianza entre su comunidad.
Por otro lado, tendrá que enfrentarse a la segmentación de los partidos de Brasil, dada una creciente violencia, la cual se ve incrementada respecto a la libertad de elección. Puesto que, tras las últimas elecciones, cerca del 70 % de los brasileños prefieren no hablar con sus familiares y amigos acerca de política por miedo a las consecuencias, ya que la agresión dejó de ser simbólica, es decir que pasó de verbal a física, lo que conlleva drásticas consecuencias.
Ante esto, se establece las cifras que publicó UNIRIO, que señaló que la violencia política ha crecido un 355 % desde 2019. Asimismo se estableció el ataque a 1209 políticos y 45 líderes fueron asesinados. Esto se exacerbó durante la campaña, en la que ambos candidatos utilizaron chalecos antibalas en sus eventos públicos, dado que podía ser blancos de posibles ataques. Considerando que incluso tres votantes del Partido de los Trabajadores fueron asesinados por el solo hecho de decir que votaban a Lula Da Silva. A esto se le sumó el asesinato a balazos en Foz de Iguazú del dirigente del PT, Marcelo Arruda, el pasado 10 de julio.
En cuanto a la política interna, este 2023, no será un año fácil dada la abultada presencia de legisladores bolsonarista en el Parlamento y en gobiernos provinciales. Con lo que, la elección de los nuevos 513 diputados federales y 27 de los actuales, 81 senadores fortaleció la posición de los grupos afines al bolsonarismo al igual que a la base del PT, debido a la caída de otros partidos de centro.
Con lo cual, una posible estrategia de Lula será generar alianzas con partidos más de centro y de derecha que le aseguren la gobernabilidad. Asimismo, la administración de Lula enfrenta un gran desafío en lo que respecta a las Fuerzas Armadas, que constituyen un componente fundamental de la gobernabilidad por el protagonismo que han adquirido en los últimos años y la gran participación que tuvieron dentro del gobierno de Bolsonaro. Dado que un tercio de los integrantes del gabinete bolsonarista pertenecían a ellas.
Por ello, la nueva administración de Brasil se deberá mantener la paz política, sobre todo teniendo en cuenta que Brasil es un país donde el 75 % de la población prefiere el régimen democrático, frente a un 12 % al que le da igual la democracia o la dictadura, y un 7 % que cree que la dictadura es la mejor forma de gobierno en algunas circunstancias. Al contrario de los ideales públicos, el 35 % de los brasileños cree que están susceptibles a un golpe de Estado.
El cuidado del Amazonas es una de las promesas de campaña que más catapultó su posición como candidato. Considerando que Brasil es una nación y de las mayores reservas forestales del planeta, que se han visto fuertemente afectadas durante el gobierno de Jair Bolsonaro. En ese sentido, el presidente electo deberá cumplir con su promesa de campaña y frenar la deforestación.
Además de frenar la creciente crisis climática, por lo que Brasil deberá asumir un papel comprometido en la lucha contra el cambio climático. Una de las tácticas que plantea la administración de Da Silva para tales fines es crear un grupo que incluya a Brasil, Indonesia y Congo para presionar a los países más ricos a fin de que financien la protección de los bosques, así como para delinear estrategias para el mercado global de carbono.
Entre tanto, la imagen de Lula permitiría renegociar el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. De hecho, el tratado está prácticamente listo para ser firmado, pero una de las claves que lo frenaba es la protección del medio ambiente, ya que tanto la UE como el gobierno alemán plantearon normas medioambientales verificables como requisito previo para su ratificación.
Otro de los factores importantes para este gobierno, tiene que ver con el panorama regional e internacional con el que Lula Da Silva asume. Considerando que, las tasas de interés están en constante suba, provocadas por una espiralización inflacionaria y una recesión mundial cada vez más evidente que hacen que la demanda de commodities no sea tan favorable como en su primer mandato.
Entre tanto, tal como mencionó en su primer discurso presidencial, buscará vincularse con el Mercosur, para que el bloque pueda ser aprovechado como plataforma de retorno al crecimiento económico a nivel regional de Brasil. Cabe señalar que esto no será nada fácil, dado que este año, muchos países tendrán elecciones presidenciales, como Argentina, lo que podría o no complicar esta cuestión; puesto que el Mercosur depende del alineamiento entre Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil.
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