Tragedia en Bolivia: un colectivo cayó a un barranco y dejó ocho muertos en una ruta crítica de Los Yungas

El accidente volvió a dejar en evidencia la fragilidad de la infraestructura vial boliviana. Un autobús de transporte público que circulaba por la ruta que conecta La Paz con la región de Los Yungas cayó unos 150 metros en el sector conocido como Velo de la Novia, un tramo famoso por sus precipicios, la humedad constante y las curvas que obligan a maniobras milimétricas. Ocho personas murieron, entre ellas una niña de tres años, y otras seis resultaron heridas.

Según los primeros datos recopilados por el cuerpo de Bomberos, el vehículo estaba lleno y avanzaba en plena madrugada, cuando la visibilidad se volvió casi nula por la combinación de neblina espesa y lloviznas del inicio de la temporada húmeda. El terreno, resbaladizo y con sectores de ripio suelto, habría contribuido al deslizamiento que terminó con la caída del autobús en un barranco de difícil acceso.

Las tareas de rescate demoraron cinco horas. La oscuridad, la pendiente y la geografía del lugar complicaron cada movimiento de los equipos que debieron descender a pie para recuperar a los sobrevivientes y retirar los cuerpos. Los heridos fueron trasladados al hospital Arco Iris, donde dos permanecen en estado delicado. Los fallecidos, en tanto, fueron derivados a la morgue del Hospital de Clínicas para su identificación.

La Policía abrió una investigación para determinar si el vehículo tenía fallas mecánicas, si el conductor pudo haber perdido el control por cansancio o si las condiciones de la ruta fueron el factor determinante. Nada es descartado, aunque los antecedentes de la región apuntan a un patrón repetido: caminos rurales vulnerables, mantenimiento irregular y un flujo constante de transporte que sigue eligiendo rutas históricas sin alternativas realmente seguras.

Cada temporada de lluvias, entre noviembre y marzo, Los Yungas se convierten en una zona de alerta. Los deslizamientos, la neblina y la erosión del terreno vuelven inestables incluso los tramos asfaltados, mientras que en los sectores mixtos -entre asfalto y ripio- el riesgo se multiplica. Aun así, cientos de vehículos de pasajeros y carga circulan a diario por estos caminos que figuran entre los más peligrosos del país.

Bolivia registra alrededor de 1.400 muertes anuales por siniestros viales, según cifras oficiales, un número que la ubica entre las tasas más altas de la región. Organismos internacionales mantienen una advertencia constante sobre factores recurrentes: exceso de velocidad, fatiga de los conductores, infraestructura precaria y vehículos en condiciones deficientes.

El desastre en Velo de la Novia vuelve a poner sobre la mesa un problema estructural que Bolivia arrastra hace décadas: rutas críticas sin la inversión necesaria y un sistema de transporte que opera sobre una matriz vulnerable. Cada tragedia se suma a una estadística que no deja de crecer, mientras las autoridades renuevan llamados a la precaución que chocan de lleno con una realidad más dura: en estas carreteras, la suerte sigue jugando un papel demasiado grande.