31/12/2022
En primer lugar, el control de las economías respecto a la inflación, es un desafío que muchos países buscan solventar. Dado que, en 2022, está trepó a niveles que no se conocían desde hace casi dos décadas. Asimismo, parte de esta problemática, se debe al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, lo que hizo que los precios se dispararon a nivel mundial, sobre todo los alimentos y la energía.
Entre tanto, en junio de este año, América Latina alcanzó el 8,4%, el mayor nivel registrado desde 2005, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Aunque la previsión es que la inflación en 2023 sea menor que en 2022, pero no tan baja como antes de la pandemia, dado que algunos países, como Argentina, Venezuela y Cuba, seguirán padeciendo una inflación crónica.
En segundo lugar, se buscará estimular el crecimiento económico en Latinoamérica, dado que según previsiones del Banco Mundial, el crecimiento mundial se desacelerará en 2023, lo que contribuirá al riesgo de un "aterrizaje brusco" de las economías en desarrollo. Aunque en el contexto internacional será desfavorable, provocando una desaceleración del crecimiento y del comercio global, tasas de interés más altas y menor liquidez global.
Las economías de América Latina y el Caribe crecerán un 1,3% en 2023, una tercera parte de la tasa esperada para 2022. Por su parte, en Estados Unidos, el endurecimiento de las condiciones monetarias y financieras ralentizará el crecimiento hasta un 1% el próximo año, lo que aumenta las probabilidades de una recesión.
En tercer lugar, se buscará detener la subida de tasa de interés, dado que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha aumentado las tasas en sus últimas cinco reuniones (junio, julio, septiembre, noviembre y diciembre), además de los dos incrementos que aplicó a comienzos de este año.
Aunque, en esta ocasión, los analistas no creen que la Fed inicie una reducción de las tasas de interés antes de 2024, dado que mientras la inflación siga estado presente seguirá siendo un problema (el IPC interanual aumentó un 7,7% hasta octubre pasado), probablemente mantenga la subida de tipos, para evitar que la economía entre en recesión.
En cuarto lugar, se espera la reducción de la deuda pública y déficit fiscal en Latinoamérica, algo que durante la pandemia, muchos países de la región debieron expandir su gasto fiscal para financiar programas sociales. Países como Colombia, Chile y Brasil fueron los que más gastaron. En tanto, Argentina y Ecuador mantienen abultadas deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y pagan sobretasas para extender los plazos de vencimiento.
Asimismo, la política fiscal también ha protegido a los sectores vulnerables del shock de precios de los alimentos y la energía. Dado que su costo es de un 0,8% del PIB de 2022, pero se suma al 0,4% de subsidios ya existentes. En Venezuela (307% del PIB), Brasil (91,9%), Bolivia (86,1%), El Salvador (82,6%) y Argentina (74,4 %) encabezan la lista de los más endeudados.
En quinto lugar, se pretende frenar pérdida de poder adquisitivo, dado que como todo lo anteriormente mencionado está ligado a la inflación, los salarios también se ven afectados. Ante esto, en América Latina y el Caribe, el salario real cayó un 1,7% en el primer semestre de 2022, y en países como Argentina, los ingresos se licúan y la pobreza alcanza ya al 36,5% de la población.
Por ello, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido que la desigualdad de ingresos y la pobreza aumentarán si no se mantiene el poder adquisitivo de las personas peor pagadas. Esto se debe a que la escalada de la inflación y del costo de la vida afecta en mayor medida a quienes perciben ingresos más bajos, por lo que la OIT recomienda aplicar medidas políticas urgentes, como ajustar las tasas de los salarios mínimos.
En sexto lugar, se buscará incentivar la inversión en Latinoamérica, considerando que el aumento sostenido de las tasas de interés, por parte de los principales bancos centrales, a fin de frenar la espiral inflacionaria está poniendo en aprietos a la región, se espera que las tasas de interés internas en los mercados emergentes están aumentando.
Sin embargo, muchos de estos factores provocarán una desaceleración de la actividad en América Latina, debido a que los costos de financiación más elevados suponen un freno para el crédito interno, el consumo privado y la inversión, lo establece una desaceleración de la actividad económica de la región, según el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2022 elaborado por la Cepal.
Por otro lado, se busca cambiar el modelo de desarrollo, principalmente regiones como América Latina y el Caribe requieren de políticas públicas ambiciosas para superar la profunda crisis que viven en los últimos diez años. Ante esto, la Cepal ha recomendado políticas transformadoras y audaces que realmente mueven las agujas del desarrollo.
Por ello, la ONU propone diez áreas prioritarias para transformar el modelo de desarrollo de la región: transición energética, electromovilidad, economía circular, bioeconomía, industria manufacturera de la salud, transformación digital, economía del cuidado, turismo sostenible, mipymes y economía social.
En el octavo puesto, se tiene en cuenta el favorecimiento de la integración económica en Latinoamérica. Dado que , los procesos de integración en América Latina surgieron por la necesidad de incrementar el intercambio comercial y para incrementar el crecimiento económico. Por ello, el objetivo es el establecimiento en forma gradual y progresiva de un mercado común latinoamericano fuerte.
Considerando que en el primer semestre de 2022, la participación del comercio intrarregional aumentó 1,4 puntos porcentuales con respecto al mismo periodo de 2021, pero aun así sigue siendo baja (15,8 %). No obstante, según un reciente informe del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), para lograr una mayor inserción regional y global se debe actuar sobre tres áreas específicas: la facilitación del comercio, la infraestructura física y la integración productiva.
En anteúltimo lugar, se pretende retornar a niveles de inversión prepandemia, considerando que durante el 2021, la Inversión Extranjera Directa (IED) en América Latina y el Caribe se recuperó de la fuerte caída registrada en 2020. Hubo un aumento de 40,7%, con respecto al 2020 y se recibieron 143.000 millones de dólares, pero aún está por debajo de los niveles prepandemia.
Por lo que, en búsqueda de un impacto positivo de la IED, la Cepal propone articular política de desarrollo productivo con la atracción de inversiones de alta productividad, en actividades que apoyen procesos virtuosos en términos de inclusividad, calidad del empleo, sostenibilidad ambiental, innovación y complejidad tecnológica.
Por último, se espera una reducción en los índices de indigencia y pobreza, dado que según los datos del 2022, la pobreza en América Latina y el Caribe afectaba al 32,1% de la población (un porcentaje que equivale a 201 millones de personas) y la pobreza extrema al 13,1% (82 millones).
Con lo cual, se supone una leve disminución del nivel de pobreza y un leve aumento de la pobreza extrema con respecto a 2021, según la Cepal. Entre tanto, el boom económico de la primera década de este siglo logró reducir la pobreza del 45,5% en 2004 al 27,8% en 2014.
Pero a pesar del repunte económico vivido en el 2021, la pobreza extrema en América Latina se mantiene por encima de los niveles del 2019, advierte el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Con una tasa de crecimiento para 2023 del 1,3% (un tercio de la de este año) es previsible un mayor impacto en los sectores más vulnerables. Para mitigarlo será necesario promover la formalización laboral y extender las redes de cobertura social, propone la CAF.
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.