13/03/2023
Las medida de El Salvador, respecto a la seguridad, han encantado a gran parte de Latinoamérica, dado que sus medidas de tolerancia cero contra la criminalidad ha despertado el interés y realzado la figura del mandatario Salvadoreño, Nayib Bukele, incluso de forma internacional.
Las pandillas son una amenaza para América Latina, tanto es así que en Honduras, el pasado 6 de marzo, nueve cuerpos baleados aparecieron tirados en la comunidad hondureña de El Portillo de la Mora. De las víctimas, solo una persona sobrevivió, con lo cual lo agente interventores, señalaron que dichas personas fueron emboscadas y ejecutadas por delincuentes.
Esta última, fue la novena masacre del año en Honduras y el detonante para que la presidenta Xiomara Castro explotara contra la Secretaría de Seguridad. Por lo que, a través de sus redes sociales, la Jefa de Estado, no tardó en recomendarles.
"Todo lo que me han solicitado se lo he resuelto. Control Nacional de los Centros Penitenciarios, traslado de la Fuerza Anti Maras, Dirección de Investigación e Inteligencia, Estado de excepción y ampliaciones en más del 60% del territorio nacional... No es posible que estemos bajo ataque del crimen organizado en constantes masacres y feminicidios", expresó en Twitter.
Ante esto, Honduras vive desde el 6 de diciembre pasado, un estado de excepción que abarca más de la mitad de su territorio y que restringe los derechos de los ciudadanos para enfrentar la criminalidad. Con lo cual, esto parecería lo que se ha denominado en el mundo como "efecto Bukele", una acción que surge producto de la guerra contra las maras del presidente salvadoreño.
Puesto que, al medida tomada por el gobierno salvadoreño, que rige hace ya un año, conocido como régimen de excepción, el cual fue cuestionado por organizaciones de derechos humanos, pero aplaudido por muchos salvadoreños por disminuir el crimen y los homicidios, según datos del gobierno.
En la vecina Honduras, la violencia ha sido uno de los retos de Castro desde que asumió la presidencia. Considerando que, en el 2022 la tasa más baja de homicidios en 16 años con 35 por cada 100.000 habitantes, pero grupos defensores de derechos humanos y analistas cuestionan si las restricciones constitucionales son sostenibles y advierten sobre las consecuencias de la experiencia salvadoreña.
El país gobernado por Castro, ha prorrogado hasta en dos ocasiones el estado de excepción, provocando un llamado de atención a fines de febrero de Naciones Unidas, que pidió evitar su "uso prolongado".
El estado de excepción está vigente hasta el 20 de abril y comprende 235 de los 298 municipios del país, incluyendo la capital, Tegucigalpa, y San Pedro Sula, las ciudades más pobladas.La Policía dice que estas medidas han permitido "golpear a estructuras criminales que se han lucrado de la población hondureña mediante la extorsión".
Entre tanto, los datos de la Policía cifran en más de 4.200 los capturados por múltiples delitos. También reportan la incautación de más de 800 armas de fuego, 80 kilos de cocaína y 1.300 kg de marihuana.
El "efecto Bukele", es la acción a la que s ele ha denominado la expansión de estas medidas tomada por el gobierno salvadoreño, la cual está empezando a expandirse por Centroamérica. Las misma, influye en el accionar directo contra la delincuencia, atacando desde la raíz al problema.
Considerando que, El Salvador y Honduras comparten frontera y desafíos. Tienen unas de las mayores tasas de asesinatos del mundo y sus habitantes sufren una inseguridad endémica. Sin embargo, ante las altas tasas de delitos, que se establecieron en ambas regiones, Nayib Bukele, resolvió no tener mano suave ante el delito y contra quienes lo comenten, apostando por la gente de bien y de trabajo.
La reducción de homicidios y extorsiones que reporta el gobierno salvadoreño ha hecho que gobiernos como el de Honduras traten de imitar a Bukele, dice Leonardo Pineda, analista e investigador social. Por otro lado, en una observación que comparten centros como WOLA, advirtiendo de la normalización de este método que emplea a la fuerza pública y limita derechos.
En estas poblaciones con hastío de violencia, el modelo de Bukele genera simpatías y puede volverse en una tendencia que los políticos se entusiasmen en aplicarlo, dice Sosa. Además de establecer que las prórrogas del estado de excepción en Honduras son un síntoma de que la violencia no se ha controlado.
También percibo un intento de equilibrar el mantenimiento de estos estados de excepción y el respeto a los derechos humanos, señala el experto y añade: No está siendo una tierra arrasada por la policía en colonias y casas como en El Salvador, aunque medios hondureños reportan presuntas detenciones arbitrarias e irregularidades en procedimientos judiciales.
Entre tanto, ambos analistas apuntan que la policía es más débil y no cuenta con un apoyo tan abierto del ejército como en El Salvador. Por su parte, Pineda dice que la mano dura de Bukele está provocando una migración de pandilleros de El Salvador hacia otros países de la región y se está empezando a notar en Honduras.
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