29/12/2022
El 29 de diciembre del 2002, miles de peruanos ejercían constantes compras para las fiestas de fin de año. En aquel entonces, la pirotecnia era algo cotidiano y fácil de encontrar en cualquier puesto o kiosco del país, no había impedimento y se invertía mucho dinero en aquellos artículos que decoran las noches de fin de año.
Eran las 7:15 de la tarde, Mesa Redonda, un paseo comercial ubicado en la intersección de Cusco y Andahuaylas, donde se concentra mucha gente, estaba rebalsado. La gente iba de un lugar a otro, viendo precios y comprando diversos artículos. En aquella hora, un padre y su hijo entraron a una tienda informal, para comprar fuegos pirotécnicos, en su consulta el hombre dudó de un producto y según cuentan el vendedor quería demostrar su potencial, prendiéndose en pleno centro.
Allí se desató el incendio, Aquella tarde se iluminó de una manera nunca antes vista, las llamas podían verse desde la avenida Tacna. Las sirenas de los bomberos, ambulancias de hospitales particulares y del estado, así como Patrulleros se concentraron en el lugar con el fin de rescatar a los heridos.
El lugar era un caos, la gente salía de amontones, vendedores juntando sus pertenencias para salvar sus mercaderías, la desesperación se había apoderado del lugar y de la situación. Coches varados, conductores intentando salir de sus vehículos, mientras la gente de afuera s e lo impedía, los rostros llenos de horror eran visibles en cada persona que halló se encontraba.
Las galerías ardían, desde dentro se escuchaban gritos de desesperación, algunos se extingían a medida que los rescatistas ingresaban, todo era caos. Sin embargo, lo peor estaba por venir, dado que muchos pensaron que se trata de un robo, varios vendedores por precaución y para controlar el pillaje, los dueños de galerías aledañas mandaron a cerrar las rejas, por lo que quedando cientos de personas encerradas y asfixiándose en los pasillos y baños de las galerías.
Tras largas horas de trabajo, los bomberos lograron apagar el incendio, y cerca de las 11 de noche el fuego diezmó y los hombres de rojo pudieron ingresar rompiendo candados y cadenas para salvar a los heridos. Las puestas se trababan por la acumulación de los cuerpos. El horror tomo forma, de una manera nunca antes vista, al entrar los rescatistas, encontraron una escena dantesca, madres que estaban abrazadas a sus hijos asfixiados o calcinados, algunos cuerpos quedaron detenidos en el tiempo, posicionados en la forma en que estaban en el momento de su deceso, rostros de pánico imposibles de ignorar.
Los pocos sobrevivientes que se llegó a rescatar necesitaban oxígeno, en los balos encontraron a la gente hasta en los excusados muertos tratando de beber el agua o impregnarlas en sus prendas para conseguir oxígeno. El incendio causó la muerte de 277 personas, 250 resultaron heridas, 180 reportaron desaparecidas y un sin número de cadáveres calcinados que fueron irreconocibles, fuera de las pérdidas millonarias que demandó la estupidez de un vendedor informal.
Tras el suceso, se endureció la vigilancia en la venta de material pirotécnico, por lo que no se ha vuelto a permitir la venta de pirotécnicos en "Mesa Redonda". En 2008 se inició el proceso judicial sobre el caso. A pesar de los centenares de muertos, lesionados y desaparecidos, los tribunales peruanos nunca llegaron a determinar responsabilidades por el caso, habiendo pasado 21 años.
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