Fernando Villavicencio, bajo el ojo del Cártel de Sinaloa

El reciente magnicidio sucedido en tierras ecuatorianas había sido advertido por el mismísimo precandidato a la presidencia, Fernando Villavicencio, cuando tiempo atrás denunció amenazas por parte del líder del grupo criminal "Los Choneros", alias "Fito", que mantiene estrechos vínculos con el Cártel de Sinaloa.

Podría decirse que el asesinato de Villavicencio en medio de los espirales de caos y de violencia en la que se encuentra sumida la nación ecuatoriana, es la crónica de una muerte anunciada. Las amenazas recibidas por el exdirigente eran sólo una pequeña muestra de un contexto que semanas atrás, por ejemplo, también se había cobrado la vida del alcalde de Manta, Agustín Intriago.

En este caso, todas las miradas apuntan hacia el brazo ecuatoriano de una de las organización narcocriminales más grandes del mundo, el Cártel de Sinaloa, más precisamente José Adolfo Macías, alias Fito, líder de la banda de Los Choneros, que actualmente se encuentra preso en la cárcel Regional del Guayas.

Villavicencio había caído bajo la mirada de los grupos criminales a raíz de su alta exposición pública y su postura en contra del narco, en donde incluso había llegado a asegurar que si era elegido por el voto popular, crearía una cárcel especial de altísima seguridad para el encerrar allí a miembros de esas organizaciones delicuenciales.

Si bien, y aunque hace algunas horas otros grupos criminales rivales habían salido a adjudicarse el magnicidio, lo cierto hasta el momento es que las autoridades que llevan adelante la investigación de los hechos no han confirmado los autores materiales e intelectuales del asesinato de Villavicencio.

El fin de este periodista ecuatoriano de 59 años, asesinado por sicarios y que aspiraba a alcanzar la Presidencia del Ecuador, obliga a recordar y a trazar un paralelismo con lo sucedido hace más de 30 años atrás, en la hermana República de Colombia, con el candidato liberal Luis Carlos Galán, asesinado durante un mitín de campaña por el ya extinto Cártel de Medellín.

Aquella vez en Colombia, esta vez en Ecuador, las víctimas son distintas pero hay un protagonista que se repite, y que impone su ley a fuerza de plomo: el narcotráfico.