03/11/2022
Tras la conformación del régimen antipandillas en El Salvador, se ha establecido una disminución en los crímenes en las calles. Sin embargo, esto ha establecido un serio problema en las cárceles, las cuales están desbordadas de reos. Asimismo, se ha establecido un incremento muy drástico en las cárceles, generando un desbordamiento en dichos espacios.
Sin embargo, hasta hace un año, en el país, las cárceles tenían la capacidad de recluir a 30.864 personas. No obstante, para finales de octubre tenía alrededor de 94.000 detenidos, de los cuales la gran mayoría, fueron capturados en lo que se lo denominó como régimen de excepción, el cual lleva una vigencia de siete meses.
Allí mismo, en ambos tipos de prisiones (para hombres y para mujeres) el desbordamiento de presos es inminente. A tal punto que, muchos de ellos viven en condición inhumana, durmiendo en el suelo, las celdas adaptadas para un total del 20 reclusos, superando su capacidad manteniendo retenidos a más de 60, siendo esta unas de las tantas problemáticas.
Hay un hacinamiento extremo en el país, y esto implica que el Estado tiene que tomar medidas extremas para asegurar que las personas no se encuentren en riesgo, caso contrario asume una responsabilidad directa, dijo a la Voz de América, Zaira Navas, jefa jurídica de Cristosal. Con lo cual queda establecido que los reclusos, no cuentan con ningún tipo de acceso a una atención individualizada por parte de los jueces, que celebran audiencias para hasta 300 acusados a la vez; los defensores públicos, sobrecargados de trabajo, hacen malabares con las decenas de casos que deben afrontar.
No obstante, hay que remarcar que dentro de las prisiones, hay detenidos que fueron puestos allí, debido a que tienen una mínima sospecha de vinculación con supuestos criminales. Al menos 80 personas detenidas, bajo el estado de excepción han sucumbido sin ser condenadas por nada, según una red de organizaciones no gubernamentales que intenta seguirles la pista.
Las cárceles, lejos de cumplir con el fin preventivo especial de la resocialización del delincuente, se han caracterizado por exhibir hacinamiento, insalubridad, desnutrición, enfermedades, epidemias y carencias de materiales de todo tipo, incluyendo personal penitenciario idóneo, indicó la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad) en un informe sobre derechos humanos de los privados de libertad.
La administración de los penales como el de Mariona en San Salvador coloca hojas con mensajes informando los horarios en los que familiares pueden llevar los kit de limpieza, los medicamentos o los alimentos. Los paquetes los venden afuera de los penales y varían de precios: desde los 50 dólares hasta los 100 dólares. En un país cuyo salario mínimo es de 360 dólares.
Por otro lado, según expuso la Derechos Humanos (Corte IDH): La sobrepoblación como el hacinamiento incrementa los riesgos de que se produzcan situaciones de emergencia, provocan tensión y violencia intracarcelaria, y generan repercusiones negativas o afectaciones en el acceso a servicios.
Cabe señalar que, hoy en día las pandillas suman 86.000, de acuerdo con cifras del presidente salvadoreño Nayib Bukele, la estrategia se repite. Asimismo, unas 300 personas han sido arrestadas cada día, las sentencias de prisión fueron incrementadas y hay casos en los que pandilleros que cumplieron su condena fueron recapturados. No obstante el panorama carcelario, muestra las terribles condiciones del encierro, las aglomeraciones y la comida limitada a la que pueden acceder miles de reos.
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