20/11/2022
La situación, tiene lugar en el norte de La Paz, Bolivia, donde empresas de origen chino, escondidas tras cooperativas mineras, reciben dinero de Beijing. Estas, trabajan durante todo el año en la extracción de oro en la región, mientras saquean el país, también dejan una gran huella contaminante de mercurio desechos tóxicos, perjudiciales para la población. De esta manera, los extranjeros se enriquecen con el oro boliviano y sin pagar impuestos, ni multas.
La situación, salió a relucir a través de una investigación realizada por Sergio Mendoza Reyes para Los Tiempos de Bolivia, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center, donde revela la maquinaria montada por las compañías chinas para saquear el oro boliviano.
Según relata la investigación, estas trabajan en los campamentos mineros en Mayaya, una comunidad ubicada en el bosque amazónico del norte de La Paz, la cual nunca detiene la extracción. Con lo cual, se estableció que los miles de obreros, trabajan jornada de 11 horas dispersos en extensas zonas de suelo estéril, que deja detrás contaminación, suelo inútil y a químicos tóxicos que pueden enfermar a la población.
Asimismo, según detalla Mendoza Reyes, esta es la principal razón por la cual, se envenena el río Kaka, cuyas aguas, kilómetros más abajo y junto a otras corrientes, llegan a las orillas del Parque Nacional Madidi. Los mineros trabajan para empresarios chinos. Una asociación ilegal entre cooperativas bolivianas e inversionistas extranjeros han hecho realidad esta devastación con la complicidad del Estado boliviano, establece la investigación.
Entre tanto, detalla que, constantemente, miles de litros de agua con mercurio y otros contaminantes tiñen los ríos que desembocan en esta área protegida. A nosotros nos contrató la cooperativa. Así es la cosa, la cooperativa obtiene el permiso del Gobierno y le pagan al dueño de las tierras para trabajar aquí. Se gana más que en la ciudad, el sueldo más bajo estará por los Bs 3.500 (USD 507), otros pueden ganar hasta Bs 8.000 (1.160 USD) si operan máquinas, cuenta a Los Tiempos, Ernesto un trabajador de la minería con 12 años de experiencia.
La extracción constante, en Mayaya, municipio de Teoponte, cuenta con la presencia de cientos extranjeros chinos, muchos de ellos indocumentados, que extraen kilos de oro sin dejar nada para las comunidades, más que destrucción. Asimismo, se estableció que en los últimos años, la República Popular de China se convirtió en el principal acreedor binacional de Bolivia. Hasta fines del 2021 se le debía el 10,3% de la deuda externa pública, equivalente a USD 1.312 millones.
Según detalla la investigación, el eslabón más bajo de esta cadena de sucesiones en la minería, están los denominados poceros, quienes residen en tiendas armadas con troncos atados unos a otros con gomas de neumático, forradas con nylons. Alrededor, están asegurados con zanjas profundas para que, si llueve, el agua corra por los costados. Dicho apodo proviene de la actividad que desarrollan, la cual es extraer oro de los pozos que dejan las máquinas, cuando detienen su trabajo por dos horas al día, por medio de un acuerdo establecido entre los mineros y las comunidades.
Entre tanto, en la región del municipio de Teoponte, la fiebre del oro está en uno de sus puntos más altos. Dicho sitio, está a nombre de una cooperativa, según los mineros que allí trabajan; pero en realidad, quien extrae el oro y se lo lleva, dejando contaminación en suelo boliviano es una empresa china. La cual está establecida en el país, tras un acuerdo con la cooperativa al margen de la ley, así ambos se benefician.
De tal manera, según detallo la investigación, la cooperativa obtiene entre un 25% y 40% de las ganancias sin trabajar ni poner capital, y la compañía china se lleva hasta un 75% del valor del oro evadiendo impuestos. El que pierde es el país y las comunidades, que reciben migajas mientras son despojadas de sus riquezas naturales, como ha ocurrido desde la colonia, detalla el informe. Con lo cual, queda establecido que estas formalidades, tienen constancia en la región.
Por otro lado, la investigación advierte que el Gobierno está consciente de lo que ocurre. Asimismo, el dirigente de Ferreco, Eloy Sirpa, también admitió que la renta que reciben las cooperativas que camuflan a estas empresas debe ser superior al 25% para que haya ganancia.
Entre tanto, quedó establecido que estas empresas fantasma, evaden el pago de hasta un 37,5% de impuesto a las utilidades (IUE), un 13% de impuesto al valor agregado (IVA), un 3% de impuesto a las transacciones (IT), y hasta un 7% de regalías para las regiones donde operan. Moviéndose bajo la fachada de una cooperativa, hace que las regiones sólo reciban un 2,5% de regalías, y se espera que el Estado reciba en un futuro sólo un 4,8% de impuestos. Con lo cual, el último tributo, fue concedido por el Gobierno para las cooperativas por ser sus aliados políticos, pero que al final beneficia direcatamente a estas empresas fantasma.
Entre tanto, en dichos beneficios se basan en una política entreguista de los recursos naturales, según detalló el investigador especializado en temas mineros del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), Alfredo Zaconeta. Ante estas irregularidades, muchas empresas buscan hacerse pasar por cooperativas, o hacen acuerdos ilegales, lo que es beneficioso para ambas partes.
No obstante, los datos del Ministerio de Minería, durante el primer trimestre de 2022 el 99% del oro producido en Bolivia se registró como producción de las cooperativas y sólo el 1% por empresas privadas; aunque, la realidad una inmensa cantidad de oro es extraído por privados ocultos tras cooperativas, señaló Zaconeta.
Más allá de los intentos que puedan hacerse, llegar hasta estas empresas fantasmas, es una tarea imposible. Aunque es muy probable que sus riquezas se hagan a costa de actividades ilícitas. Según detallaron desde Los Tiempos éstas no están registradas en el país, sus transacciones se hacen en efectivo, sin dejar huellas en el sistema financiero, y su oro se vende en el mercado negro boliviano para sacarlo hacia el extranjero. Con lo cual, estas actividades desarrolladas en el interior de la Amazonía boliviana, están sacrificando a la tierra y a la población, a costa del beneficio de una supuesta cooperativa.
Desde Mayaya hasta unos kilómetros antes del Quende que observamos empresas mineras chinas por doquier, en dragas sobre el río, y en las orillas de los mismos. También algunas colombianas, agrega el informe.
Según se estableció, a través de la información oficial, en todo el recorrido desde Mayaya hasta Rurrenabaque, existen alrededor de 146 áreas mineras, de las cuales un 67% aún están en trámite y, técnicamente, aún no pueden operar. Según detallaron, solo un 23% de las áreas cuenta con contratos mineros y los documentos en regla para dichas actividades. Aunque, en una de las 146 áreas se registra el nombre de una empresa supuestamente asiática, cuyos papeles de operación figuran estar en trámites. Esto evidencia que las decenas de empresas chinas allí presentes extraen oro sin ningún tipo de permiso o control.
Hasta hace poco se conoció que, la cuenca del río Beni, ha demostrado un alto índice de contaminación. En septiembre, se difundió un informe, donde daban cuenta de que la poblaciones que residen cerca de los ríos, presentaban altos niveles de mercurio en su sistemas. Muchos de ellos, muy por encima del límite considerado sin riesgo por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Este límite es de 1 parte por millón (ppm).
Según un nuevo estudio de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), encontró que los integrantes de cinco pueblos indígenas que habitan el Madidi tienen niveles de mercurio tóxicos en sus cuerpos. Tacanas (2,1 ppm), Uchupiamonas (2,5 ppm), Lecos (1,2 ppm), Esse Ejjas (6,9 ppm), y Tsimane-Mosetenes (2,7 ppm) son víctimas de la contaminación por la minería, principalmente por el consumo de pescado.
Entre tanto, las labores de estas empresas continúan, a la par que el sufrimiento y la desgracia a la que arrastran a la población indígena. Deforestación, contaminación y zonas repletas de maquinaria destructivas habitan en la región. Generando una fuerte perdida del Amazonía y de su población, para del bienestar de una empresa extranjera, a costa del sufrimiento de varias comunidades.
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