20/11/2025
La dictadura cubana atraviesa un nuevo colapso energético tras el desplome de sus importaciones de petróleo, fuelóleo y gas licuado, un factor clave para mantener en funcionamiento el sistema eléctrico nacional. La reducción drástica de suministros provenientes de Venezuela y México, aliados históricos del régimen, reactivó apagones prolongados, paralizó actividades esenciales y profundizó la crisis social en toda la isla.
Según datos del sector petrolero revisados por fuentes especializadas, entre enero y octubre las importaciones totales de crudo y derivados cayeron un 35% respecto de 2024. El retroceso más brusco provino de México, cuyos envíos se desplomaron un 73%, pasando de 18.800 a apenas 5.000 barriles diarios. La decisión responde a la estrategia de Pemex de priorizar clientes solventes ante su propia crisis financiera.
En paralelo, las remesas energéticas provenientes de Venezuela, tradicional sostén de la matriz cubana desde la era Chávez, retrocedieron otro 15%, especialmente en el suministro de fuelóleo, indispensable para las centrales termoeléctricas que proveen buena parte de la energía nacional.
Esta combinación dejó a Cuba con un flujo total de 45.400 barriles diarios, muy por debajo de los 69.400 registrados entre enero y octubre del año pasado.
La situación derivó en un cuadro de extremo deterioro. Reportes locales indican que en La Habana se registran apagones de hasta nueve horas consecutivas, mientras que en provincias alejadas la población dispone de solo dos a cuatro horas de electricidad por día. La empresa estatal eléctrica informó la desconexión de 900 megavatios de capacidad por falta de insumos, cerca de un tercio de la demanda nacional.
La falta de energía paraliza actividades, afecta la economía informal, bloquea el acceso a agua potable en zonas dependientes de bombas eléctricas y complica tareas escolares.
"Es muy difícil regresar de la universidad y no tener cómo cocinar o estudiar porque la luz regresa a la madrugada", relató Daniela Castillo, estudiante en la capital, reflejando el impacto en miles de hogares.
El modelo energético cubano arrastra décadas de obsolescencia, falta de inversiones y dependencia casi absoluta de proveedores externos. La isla no logra producir ni refinar suficiente crudo para abastecer su demanda interna, y la falta de crédito internacional limita cualquier alternativa de compra en mercados globales.
Además de la caída de suministros, el sistema enfrenta:
infraestructuras deterioradas,
centrales termoeléctricas con averías crónicas,
falta de buques tanqueros para transportar el combustible,
y el impacto del huracán Melissa, que afectó zonas críticas.
Como si fuera poco, Rusia, que en otros años actuó como proveedor complementario, realizó solo dos envíos marginales en lo que va del año, insuficientes para revertir la crisis.
Los aliados del régimen también atraviesan dificultades. Pemex redujo envíos tras privilegiar contratos con pago asegurado y recortar la exportación del crudo Olmeca, el único plenamente compatible con las refinerías cubanas. En Venezuela, PDVSA privilegió el mercado interno y ajustó sus operaciones debido a controles regulatorios y el efecto de sanciones estadounidenses.
La falta de energía provocó manifestaciones espontáneas en diferentes localidades, con vecinos golpeando cacerolas o reclamando frente a sedes locales del gobierno. La dictadura atribuye la crisis a factores externos -bloqueo, huracanes, falta de barcos- pero evita señalar su propia incapacidad para sostener el modelo energético.
Mientras tanto, miles de familias viven en un ciclo permanente de oscuridad, escasez y desconcierto, sin previsión de mejoras inmediatas. La promesa oficial de nuevos acuerdos de suministro choca con la falta de liquidez, la desconfianza internacional y la evidencia de que el país continúa dependiendo de subsidios externos que ya no llegan con la misma regularidad.
La crisis energética actual vuelve a exponer la fragilidad de la economía cubana, un sistema que no logra generar ni garantizar lo más básico: luz, combustible y estabilidad.
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