Brasil traslada a siete jefes del Comando Vermelho a cárceles federales tras operativo con más de 120 muertos en Río

La medida, ordenada por la Justicia, busca aislar a los cabecillas del grupo criminal que -según las autoridades- seguían dirigiendo operaciones desde prisión. Todos ellos tienen condenas superiores a 30 años y permanecerán aislados 22 horas al día, sin contacto con otros reclusos.

El traslado, ejecutado por la Policía Federal, se mantuvo bajo estrictas medidas de seguridad y sin revelar la ubicación de los penales.

La decisión responde a la megaoperación del 28 de octubre en las favelas de Penha y Complexo do Alemão, bastiones del Comando Vermelho. Según el gobierno regional, cuatro de los muertos eran policías y el resto presuntos miembros de la banda, aunque las cifras aún están bajo investigación.

Organismos de derechos humanos, como Amnistía Internacional, calificaron el operativo de "masacre" y exigieron una investigación independiente, denunciando posibles ejecuciones extrajudiciales y el sesgo racial en las acciones de las fuerzas de seguridad, ya que la mayoría de las víctimas serían jóvenes negros de barrios pobres.

El Ministerio de Justicia de Brasil afirmó que el traslado busca "golpear la capacidad de mando del CV desde las cárceles" y cortar sus vínculos con el territorio. Sin embargo, especialistas advierten que aislar a los líderes no será suficiente si no se enfrenta la corrupción policial y la estructura criminal en las calles.

El Comando Vermelho, nacido hace más de tres décadas en Río, es una de las organizaciones más antiguas y poderosas del país, con fuerte presencia en las favelas y vínculos con el tráfico de drogas y armas.

La operación refuerza el endurecimiento del Estado frente al crimen organizado, pero reabre el debate sobre el uso excesivo de la fuerza, la impunidad y los límites de la violencia estatal en nombre de la seguridad.